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Consejos del jardinero

En esta sección podrá encontrar prácticos consejos para el cuidado y mantenimiento de sus plantas...


El manzano: técnicas y trucos para obtener la mejor fruta

El cultivo del manzano, ya se trate de un sólo ejemplar en el jardín o de varios en una parcela de tierra, es una experiencia gratificante tanto para el jardinero principiante como para el que ya tiene más experiencia. Debido a que no es un árbol que presente demasiadas exigencias, es perfectamente posible lanzarse a su plantación y mantenimiento con sólo algunas nociones sobre el tema. La primera cosecha tendrá lugar luego de un lapso de 2 a 4 años.
El manzano es un árbol frutal originario de Asia que se aclimató a Europa. Se trata de un árbol caducifolio que puede alcanzar de 3 a 12 m de altura. Su floración, que comienza en primavera, produce flores de color rosa o blanco. Los frutos están maduros de julio a octubre, y varían en forma, tamaño y color dependiendo de la variedad. Para producir buenos frutos, el manzano requiere un mantenimiento regular.

Técnicas de cultivo y mantenimiento periódico
El manzano puede plantase durante la latencia, es decir, durante el período entre la caída de las hojas y el despertar de la planta. Este período dura desde el otoño hasta el invierno, siendo noviembre y diciembre los mejores meses. Es importante trabajar bien la tierra y cavar un agujero grande de 80 a 100 cm con una profundidad de entre 50 y 60, en el que se colocará mantillo y estiércol. El manzano es poco exigente con respecto al tipo de suelo, aunque se desarrolla mejor en suelos ricos y con buen drenaje. Por ello, lo ideal es un suelo limoso o silicio-arcilloso. En lo que respecta al plantón, es necesario cortar los extremos de las raíces antes de colocarlo en tierra. Las raíces pueden ser garrapiñadas con una mezcla de tierra arcillosa y estiércol de vaca para facilitar su recuperación.
Durante la plantación hay que asegurarse de que las raíces tengan suficiente espacio y no estén comprimidas o dobladas. Los primeros frutos aparecerán luego de un período de 2 a 4 años. Para mantener una buena fertilidad del suelo, es conveniente proceder a una enmienda con fertilizante orgánico que debe realizarse dos veces por año, en otoño y en primavera. También es posible aplicar un tratamiento con pesticidas antes de la floración y después de la cosecha. Se acostumbra utilizar para este fin caldo bordelés, un producto comercial fabricado neutralizando una solución de sulfato de cobre con cal apagada, con el objetivo de prevenir la sarna, el chancro y el oídio. Es igualmente conveniente efectuar en primavera y verano un tratamiento insecticida contra el gusano de la manzana, los ácaros y los pulgones o áfidos.

La poda, el desbrote y el aclareo
Para equilibrar el crecimiento de los árboles y la formación de los frutos, el manzano necesita ser podado. Esto se realiza normalmente en invierno, cuando el árbol está en reposo vegetativo, excepto durante los períodos de heladas. La operación consiste en cortar los ramos que se hayan formado al extremo de las ramas principales de hasta 30 cm de longitud, con el fin de producir varas de frutos, los tallos que darán fruto. Si se piensa que no habrá suficientes varas de frutos, los ramos deben cortarse hasta 1 cm de longitud. Para conseguir manzanas de calidad se utiliza el desbrote, el aclareo y el embolsado de las manzanas. El desbrote forma parte de la poda, y consiste en suprimir todos los brotes que no servirán para la fructificación ni contribuirán a dar al árbol la forma deseada. Las ramas demasiado vigorosas deben ser podadas dejando de 5 a 6 hojas, con el fin de distribuir adecuadamente la savia hacia los otros ramos.
Después de la caída natural de las manzanas que no hayan alcanzado su tamaño máximo en mayo y junio, se procede a un aclareo de la fruta restante. Lo mejor es dejar de 6 a 10 manzanas por metro de rama principal, lo que les permitirá crecer con normalidad. Para obtener manzanas de calidad superior, es posible embolsarlas utilizando bolsas de papel marrón cuando todavía tienen un tamaño de avellanas. El proceso permite obtener una fruta más grande y una piel mucho más delgada. Además, el embolsado protege la fruta contra insectos, enfermedades y los cambios climáticos.